DESDE EL OTRO LADO DE LA CUCHARA

La alegría del aleteo de sus brazos era contagiosa. Hugo era todo gozo, todo diversión y «únicamente» se estaba comiendo una papilla de manzana y avena. A cada cucharada le surgía una risa cristalina y sus ojos oscuros y profundos me miraban de una forma tan libre que me conmovían, llenando todas las esquinas, recodos…

PONGA UN POCO DE SOMÁTICA EN SU VIDA

Bajábamos de La Mola por unas curvitas deliciosas. El aire fresco olía a mar y el cielo estaba estampado de estrellas. Es una buena costumbre la que tienen en la isla…la de no poner casi farolas, es bueno para recogerse y tremendamente bueno para mirar estrellas. Mi amiga Ana conducía la motillo que habíamos alquilado…